Se realizó una charla organizada por la Profesora de lenguaje de señas Patricia Saivich donde el invitado especial fue Claudino Chamorro ex combatiente de Malvinas. La convocatoria se realizó en el salón Parroquial San Enrique, con la presencia de sus alumnos que agasajaron a Chamorro con la interpretación de la canción recientemente presentada por Alejandro Lerner “Aquellos otros” en homenaje a los Héroes de Malvinas.
Claudino Chamorro nació el 19 de noviembre de 1962 en Santa Lucía, Corrientes. “Soy el mayor de siete hermanos”, comienza contando. “Vine a Rosario en el ´69 buscando un destino mejor y nos instalamos en el barrio La Sexta. Mi papá y mi mamá trabajaron en el frigorífico Swift, y con el tiempo se hicieron una casa en Villa Gobernador Gálvez. Yo los ayudé junto con mis tres hermanos”. Claudino hizo la primaria en la Escuela “Manuela Gorritti” y cursó parte de la secundaria en la Técnica Nº 5, mientras trabajaba en una fábrica; hasta que llegó el sorteo para el Servicio Militar Obligatorio. “Sí o sí quería hacer la colimba. Un patrón de la fábrica me quiso hacer salvar; pero yo lo quería hacer”, reafirma.
De su ingreso al Servicio Militar, recuerda que el 4 de agosto de 1981 los citaron en la Ex Rural: “De ahí fuimos en camión hasta la Estación Rosario Norte y luego en tren al Centro de Incorporación Marina en La Plata. Ahí estuvimos 45 días, hasta que nos destinaron al Batallón de Infantería Marina 5 (BIM) en Río Negro”, relata.
El 29 de marzo les llegó la orden para ir a custodiar la frontera con Chile y la costa del mar. “Nosotros pensamos, en un principio, que el conflicto era con Chile. El 7 de abril nos hicieron la revisación final y yo tenía una infección en un ojo; tuve la posibilidad de no ir a la guerra, pero fue mi decisión ir; quería ir con mis compañeros”, remarca.
“Al día siguiente de la revisación, nos trasladaron en avión a Malvinas. Llegamos al aeropuerto y nos llevaron caminando hasta Puerto Argentino, más o menos 15 kilómetros. Ahí nos hicieron cavar las posiciones y al poco tiempo nos trasladaron a Monte William, donde permanecimos hasta que terminó la guerra. A dos kilómetros de ahí estaba el destacamento que combatió cuerpo a cuerpo contra los ingleses. Nosotros, con los morteros, éramos un apoyo fundamental para ellos”.
En las primeras noches, en las que no dormíamos, entre los seis compañeros de puesto que tenía estaba Gastón Pina. Siempre lo recuerdo porque se la pasaba diciendo ‘quédense tranquilos muchachos, los ingleses no van a venir hasta acá’”, recuerda. Pero el 1º de mayo de 1982, cuando inició el bombardeo inglés en Puerto Argentino, pudo responderle a su compañero: “Le dijimos ‘ahí los tenés a los ingleses que no iban a venir, nos están cagando a tiros’”.
“Nosotros a ese ataque lo vimos como por una pantalla gigante. En ese momento, y más aún con el hundimiento al día siguiente del Crucero General Belgrano, nos dimos cuenta que estábamos en una guerra. Ese fue el primero de los 44 bombardeos que sufrimos, o sea, uno por día. Venían todas las noches. Al principio sentí mucho miedo, después ese miedo se te transforma en coraje y te hace salir”.